lunes, 5 de marzo de 2012

Nadie es perfecto.

Yo y mis frustaciones... Hace ya cuatro meses que tengo un nuevo amigo. Yo tengo 21, y él... 18. Lo conocí porque frecuentaba mi empleo. Y era amigo de unos clientes muy conocidos, casi que amigos míos. (Suena de fondo en mi lista de reproducción "Menos que un amor, mas que un amigo" de Jarabe de palo. Por Dios! Que identificada me siento! Resulta que cuando lo conocí se había dejado, aproximadamente hacia un mes con su novia, y ahora que estoy escribiendo me doy cuenta que lo ha pasado es bastante razonable (porque reconozco que cuando comencé a escribir esta nota estaba convencida de no comprender nada! jajaja, pero bueno, ya en frío lo he analizado). A los dos meses de habernos conocido, comenzamos a intimar mas, a pasar mas tiempo juntos, hacer cosas, charlar de la vida, y contarnos nuestras historias pasadas. Se dio de alguna manera la confianza mutua, de contar cosas que ni siquiera a los amigos "de siempre" contaríamos.
Recuerdo que me esperaba al cierre de caja, tarde en las noches de verano, y era mi compañía segura durante las 5 cuadras que separaba mi negocio de la casa de mis padres. Era agradable su compañía. Me hacía sentir mi verdadera edad, ya que a tantas responsabilidades que he tomado, maduré muy de golpe, sin perder jamas la chispa joven. Aconteció una noche, en la que me fui sola a casa, me bañé y me llamo para vernos un rato. Y bueno, lo cierto es que estuvimos charlando de todo. Hablamos de nuestras relaciones, lo que pensábamos, lo que esperábamos que pasara, y las cosas que nos habían pasado, y que dolían a nuestros corazones.
Bueno, esa noche, estuvimos desde las 12 hasta las 5 de la mañana... Puedo decir que esa noche va a quedar grabada en mi mente... a las 5 comenzamos a caminar camino a casa, sobre la vereda, el me abrazó y me besó... fue tan tierno (pensamiento de cualquier mujer) ... yo de mi parte estaba, anonadada de los resultados, no era lo que esperaba, pero se dio, y yo no perdí oportunidad. Me acuerdo que llegamos  a casa, y mi padre salía a trabajar. Entramos, nos quedamos en el sofá, se sentó sobre mi, y me besó apasionadamente, sus labios carnosos, brindaban ternura a su expresion de sostenerme la cara.
Los días siguientes pasaron con normalidad. Seguía esperando por mi al cierre de caja, acompañándome cada minuto, charlando de todo un poco, en fin, conociéndonos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario